Recuperando el country

The gilded palace of sin

The Flying Burrito Brothers

Country-rock, 1968.


A finales de los sesenta, en pleno apogeo del ‘hippismo’ y la psicodelia musical, fueron muchos los artistas y grupos que, dejando de lado las improvisaciones y los experimentos tan de moda, echaron la vista atrás hacia estilos más tradicionales con el fin de renovarlos y reconstruirlos. El country y el folk fueron los grandes beneficiarios de esta vuelta a lo clásico, una tendencia que, pocos años después, daría a luz a una nueva generación de artistas que, en este caldo de cultivo de influencias tradicionales, crearían y potenciarían el soft-rock o ciertos sonidos del rock sureño, dando forma a lo que en la actualidad se conoce como Americana.

The Flying Burrito Brothers fue una de las muchas bandas que integraron este movimiento, siendo además precursores del mismo junto a The Byrds, The Band, Neil Young, James Taylor o Poco. En su formación se encuentran dos de las figuras más importantes de la música de estos años. Por un lado, Gram Parsons, líder de la banda, dotadísimo compositor apasionado por el country y personaje carismático y de cierto prestigio. Por el otro, Chris Hillman, guardaespaldas de lujo que estaba detrás de algunas de las mejores grabaciones de esos años como integrante de The Byrds o Manassas.

Este ‘The gilded palace of sin’ pretende reivindicar y actualizar el country. Así, aunque introduce elementos modernizadores y destinados a ampliar su público objetivo, Parsons respeta en todo momento la sonoridad y el espíritu de una música que, después de varios años de cantautores hippies, había quedado relegado al olvido por el gran público.

El disco se abre con ‘Christine’s tune’, una canción que mezcla elementos de pop de los sesenta con otros típicos del country, configurando el primer ejemplo del nuevo country-rock. Este mismo espíritu renovador tiene la balada ‘Dark end of the street’ o el medio tiempo ‘Hippie boy’, en el que Chris Hillman recita una interesante historia. Mención aparte merecen los dos ‘Hot burritos’: la primera parte es una sentida balada que incluye algunos toques hippies, mientras que la segunda es una pieza marchosa con un original despliegue instrumental y de sonidos. 

Más escrupulosamente respetuosas con la ortodoxia del country son tres emotivas baladas, que suponen algunos de los mejores momentos del disco. ‘Sin city’, una de las obras más reconocidas de Parsons, ‘Do right woman’ y ‘Juanita’ rebosan emoción y, sobre todo, conocimiento de las reglas de este tradicional estilo. También rinden pleitesía a las reglas no escritas del country el marchoso ‘My uncle’ y los medios tiempos ‘Wheels’ y ‘Do you know how it feels’.

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