Recuperando el country

The gilded palace of sin

The Flying Burrito Brothers

Country-rock, 1968.


A finales de los sesenta, en pleno apogeo del ‘hippismo’ y la psicodelia musical, fueron muchos los artistas y grupos que, dejando de lado las improvisaciones y los experimentos tan de moda, echaron la vista atrás hacia estilos más tradicionales con el fin de renovarlos y reconstruirlos. El country y el folk fueron los grandes beneficiarios de esta vuelta a lo clásico, una tendencia que, pocos años después, daría a luz a una nueva generación de artistas que, en este caldo de cultivo de influencias tradicionales, crearían y potenciarían el soft-rock o ciertos sonidos del rock sureño, dando forma a lo que en la actualidad se conoce como Americana.

The Flying Burrito Brothers fue una de las muchas bandas que integraron este movimiento, siendo además precursores del mismo junto a The Byrds, The Band, Neil Young, James Taylor o Poco. En su formación se encuentran dos de las figuras más importantes de la música de estos años. Por un lado, Gram Parsons, líder de la banda, dotadísimo compositor apasionado por el country y personaje carismático y de cierto prestigio. Por el otro, Chris Hillman, guardaespaldas de lujo que estaba detrás de algunas de las mejores grabaciones de esos años como integrante de The Byrds o Manassas.

Este ‘The gilded palace of sin’ pretende reivindicar y actualizar el country. Así, aunque introduce elementos modernizadores y destinados a ampliar su público objetivo, Parsons respeta en todo momento la sonoridad y el espíritu de una música que, después de varios años de cantautores hippies, había quedado relegado al olvido por el gran público.

El disco se abre con ‘Christine’s tune’, una canción que mezcla elementos de pop de los sesenta con otros típicos del country, configurando el primer ejemplo del nuevo country-rock. Este mismo espíritu renovador tiene la balada ‘Dark end of the street’ o el medio tiempo ‘Hippie boy’, en el que Chris Hillman recita una interesante historia. Mención aparte merecen los dos ‘Hot burritos’: la primera parte es una sentida balada que incluye algunos toques hippies, mientras que la segunda es una pieza marchosa con un original despliegue instrumental y de sonidos. 

Más escrupulosamente respetuosas con la ortodoxia del country son tres emotivas baladas, que suponen algunos de los mejores momentos del disco. ‘Sin city’, una de las obras más reconocidas de Parsons, ‘Do right woman’ y ‘Juanita’ rebosan emoción y, sobre todo, conocimiento de las reglas de este tradicional estilo. También rinden pleitesía a las reglas no escritas del country el marchoso ‘My uncle’ y los medios tiempos ‘Wheels’ y ‘Do you know how it feels’.

La joya más brillante

Harvest

Neil Young

Folk-rock, 1972.


Neil Young, rockero y cantautor, genio creador y hombre de banda. El músico canadiense tuvo la oportunidad a finales de los años 60 de probar diferentes fórmulas, de aportar su talento como cantante, guitarrista, pianista y compositor al servicio de diferentes iniciativas musicales, tanto en solitario como colectivas. Su paso por Buffalo Springfield y Crosby, Stills, Nash & Young, sus primeros discos en solitario o liderando Crazy Horse y su dúo junto a Stephen Stills fueron curtiendo a este genio canadiense en los secretos del folk, el country, el rock, el pop, el ‘hippismo’ y la psicoledia, haciendo que Young llegara a los años 70 suficientemente preparado para firmar una colección de discos completa, variada y de enorme calidad, sensibilidad y belleza.

La joya más brillante de este tesoro es ‘Harvest’, un disco en el que el canadiense deconstruye, transforma y renueva el folk y el country, y lo hace respetando escrupulosamente sus reglas, como un alumno bien aplicado que supera los conocimientos de sus profesores. Así, el álbum incluye piedras preciosas de folk-rock, canciones de sensibilidad country, descargas rockeras e, incluso, devaneos con los arreglos orquestales.

El disco se abre con ‘Out on the weekend’, un medio tiempo de influencia folk que habla de nuevos comienzos, de cambios vitales, un tema que se ajusta a la vida de un Neil Young que recomenzaba una vez más su carrera en solitario y había perdido poco tiempo antes al guitarrista de Crazy Horse, Danny Whitten, que había echado a perder su vida y su talento musical por su adicción a la heroína. 

Precisamente Whitten es el protagonista de una de las piezas más afamadas de este disco, grabada en directo en la universidad de UCLA, ‘The needle and the damage done’, una canción que reflexiona sobre las drogas, la amistad, el amor y el dolor. Sin embargo, el éxito de este disco llegó por otra gran canción, ‘Heart of gold’, que supuso un éxito de ventas, además de la línea a seguir para otras futuras composiciones del canadiense.

También de influencia folk, ‘Old man’ es probablemente la canción más emocionante del disco, incorporando además la ayuda de dos grandes del folk y el country de la época, James Taylor y Linda Ronstadt.

Cabe destacar también las dos canciones de sonido más cercano al country. Una de ellas es una delicada joya de tres minutos, encargada además de dar título al álbum, ‘Harvest’. La otra, una canción marchosa que reivindica este estilo, ‘Are you Reddy for the country’, que cuenta con los coros de David Crosby y Graham Nash.

El disco se completa con dos composiciones poco típicas en la carrera de Young, que destacan por arreglos orquestales de Jack Nietszche, ‘A man needs a maid’ y ‘There’s a world’, así como con dos descargas rockeras, ‘Alabama’ y ‘Words (between the lines of age)’, ambas con armonías vocales a cargo Crosby, Stills y Nash.

El inicio de la leyenda

Led Zeppelin

Led Zeppelin

Rock, Blues-rock, 1968.


Led Zeppelin no era un grupo británico al uso. No se trataba de una banda de blues clásico, ni de un conjunto de revitalizadores del rock’n roll. Tampoco eran ruidosos representantes del ‘maximum R&B’ o del power-pop, ni exploradores de caminos psicodélicos a través del pop y el rhythm’n blues. Por el contrario, el grupo de Robert Plant, Jimmy Page, John Paul Jones y John Bonham utilizaban su virtuosismo instrumental para reunir características de todos los estilos de la música británica de la época, dando como resultado un sonido original y único.

Este primer disco contiene piezas casi perfectas del todavía incipiente rock duro, versiones de clásicos del blues, miradas a sonidos ‘folkies’ y expediciones hacia destinos musicales más intrincados, una mezcla que supuso una novedad en el panorama musical de la época, descubriendo nuevos itinerarios a bandas ya existentes y marcando la línea a seguir por muchos grupos, desde la época hasta la actualidad.

Esta primera joya de la factoria Zeppelin se abre con una canción inconmensurable, que da buena muestra del potencial y de las características futuras de la banda, ‘Good times, bad times’, con un potente acompañamiento de batería y un virtuoso ‘riff’ de guitarra. Otras grandes piezas del disco son la intensísima balada ‘Dazed and confused’ y un ‘hit’ casi punk (o pop), ‘Communication breakdown’.

La más que evidente influencia ‘bluesera’ de la banda se pone de manifiesto con las versiones de ‘You shook me’ y ‘I can’t quit you baby’, mientras que ‘Black mountain side’ se encarga de mostrar otra de la grandes pasiones de la banda, sobre todo de Jimmy Page, el folk.

‘Babe I’m gonna leave you’ y ‘Your time is gonna come’ muestran una cara menos conocida de los Zeppelin, esas canciones de estética ‘hippie’ que, a partir de este momento, tendrán un peso menor en sus discos en favor de las descargas de riffs ‘hard-rockeros’, si bien no desapacerán por completo de sus grabaciones.

Cierra el disco ‘How many more times’, una larga pieza de inspiración blues en la que los músicos se dan tiempo para improvisar y mostrar sus habilidades.

El inicio bluesero de una turbulenta historia

Fleetwood Mac

Fleetwood Mac

Blues, 1968.


Fleetwood Mac se ha labrado un nombre en el mundo de la música gracias al pop adulto y bienintencionado de discos como ‘Rumours’. Sin embargo, sus inicios y su desarrollo fueron bien distintos, dando paso a una turbulenta historia con numerosos cambios estilísticos y de formación. Lejos de los melodiosos coros de Stevie Nicks y Christine McVie, Fleetwood Mac surgió bajo el liderazgo de Peter Green, uno de los excelsos guitarristas salidos de los Bluesbreakers de John Mayall, como Eric Clapton o Mick Taylor.

En el seno de este grupo, Green trabó conocimiento con John McVie y Mick Fleetwood, los miembros más longevos del grupo a lo largo de su historia, y comenzaron a perfilar su nueva banda y un repertorio de blues de Chicago. Con la incorporación del guitarrista Jeremy Spencer, amante e imitador de Elmore James, dio comienzo la historia del mejor grupo de blues británico de finales de los 60, con permiso del citado John Mayall. A pesar de ello, pronto abandonarían este camino por composiciones más complejas y ‘hippie-psicodélicas’ y, más tarde, se vería truncado por el abandono de Peter Green debido a sus problemas mentales y con las drogas.

Su disco de debut, el de “el perro y la basura”, rebautizado por la industria como ‘Peter Green’s Fleetwood Mac’, al igual que la banda, contiene doce piezas de blues sin complejos, hechas sin pretensiones artísticas o estilísticas, pero con un gran conocimiento y amor por esta música, como bien se demuestra en las interjecciones y jaleos que se oyen durante los solos o tras los versos, dotando al disco de un ambiente especial, distinto al de otros álbumes.

‘My heart beats like a hammer’ abre el disco con fuerza, una canción marchosa que tiene su continuación en la inconmensurable versión del clásico ‘Shake your money maker’. La inspiración en el rhythm’n blues queda patente en canciones como ‘Long grey mare’, ‘My baby’s good to me’ y ‘Got to move’, así como en ‘No place to go’, con un ambiente más del Delta que de Chicago.

Además, Green, Spencer, McVie y Fleetwood también se atreven con baladas blues, como el impresionante ‘Merry go round’, ‘Looking for somebody’, ‘I love another woman’, precursor de su futuro éxito ‘Black magic woman’, o ‘Cold black night’. Mención aparte merecen la versión al piano del clásico de Robert Johnson ‘Hellhound on my trail’ y el blues acústico ‘The world keeps on turning’.

Esos rudos australianos

AC/DC

'74 Jailbreak

Rock, Hard-rock, 1974


Por lo general, las bandas de rock'n roll australianas, desde los veteranos AC/DC hasta los más recientes Jet o Wolfmother, suponen un soplo de aire fresco debido a su autenticidad, a creerse la mejor banda del momento, si bien sus influencias suelen anclarse en los sonidos más clásicos. Así, el nacimiento de la banda de los hermanos Young y Bon Scott abrió algunas nuevas puertas en el rock de mediados de los setenta, aunque su propuesta pasaba únicamente por los dictados del boogie más frenético y el buen y viejo rock'n roll, tamizado por otras expresiones surgidas de éstos, como el blues-rock de los 'power trios', el rock duro de Led Zeppelin o el glam-rock de T-Rex o Gary Glitter.

Este '74 Jailbreak', que llegó al mercado occidental después del éxito de otros discos de la banda como 'High voltage' o 'Highway to hell', es la primera experiencia discográfica de AC/DC, un álbum de apenas cinco canciones, pero en las que los cinco australianos dejan bien claras las bases de lo que será su estilo, plenamente reconocible después de más de treinta años de carrera, además de introducirse en intrincados caminos de mayor improvisación a los que lamentablemente renunciaron enseguida.

Así, el tema 'Jailbreak' abre el disco con uno de esos 'riffs' guitarreros tan característicos de la banda, dando paso a una canción que rezuma rock'n roll por todos lados. Algo similar ocurre con 'You ain' got a hold on me', segundo corte del disco. Mención aparte merece 'Soul stripper', un tema que conserva el sonido rockero del quinteto australiano aunque deja aflorar influencias más psicodélicas y espacios para la improvisación.

Además, los hermanos Young y Bon Scott muestran su gusto por el blues más clásico con 'Show business', un rhythm'n blues en el que relatan los problemas de las bandas primerizas y que le sirve a Angus para mostrar lo mejor de su repertorio guitarrero, y la versión del clásico 'Baby, please don't go'.

Huida del éxito, renovación del pop

Revolver

The Beatles

Pop-rock, 1966.


Después de un lustro firmando decenas de 'números uno' y hits comerciales y haciendo las delicias de la juventud de la época, The Beatles decidieron alejarse del éxito fácil y reconducir su carrera para conseguir el reconocimiento por sus capacidades musicales y no por las ventas de sus canciones. 'Revolver' fue uno de los primeros intentos de renovación del estilo de los 'Fab Four', con canciones de estructuras menos previsibles y letras más adultas, a pesar de contener el archiconocido 'Yellow submarine' y otro de los éxitos de la banda, 'Eleanor Rigby', de estética menos convencional.

Este alejamiento de los éxitos de masas de la primera época se intenta con la utilización de nuevos instrumentos, algunos tan poco habituales en el pop como el sitar, la producción más arriesgada con arreglos novedosos y originales y el reparto de las tareas compositoras, dejando más libertad y espacio a las canciones de George Harrison.

A pesar de intentar nuevas aventuras musicales, 'Revolver' incluye un puñado de trallazos, tanto pop como rock, demostrando el buen hacer en la construcción de canciones. De sonido más rockero, destacan grandes canciones como 'Doctor Robert', 'I want to tell you', 'Got to get you into my life' o 'Taxman', la canción encargada de abrir el álbum, Por su parte, la vena más pop queda cubierta con canciones como 'She said she said', 'Good day sunshine' o 'And you bird can sing'.

No todo son hits de pista de baile, sino que también hay espacio para las baladas, unas más convencionales como 'Here, there and everywhere' o 'For no one', y otras de corte más hippie, como 'I'm only sleeping'.

'Love you to' y 'Tomorrow never knows' son las iniciartivas más originales y alejadas del pop y el rock convencionales de este disco, si bien estas piezas de investigación sonora no son lo más valioso de 'Revolver'.

La variedad del rock

Manassas
Stephen Stills' Manassas
Rock, 1972.


En 1972, después de liderar bandas de la relevancia de Buffalo Springfield o Crosby, Stills & Nash (& Young), Stephen Stills se rodeó de algunos de los mejores músicos de acompañamiento del momento, incluyendo al 'guardaespaldas' Chris Hillman (The Byrds, Flying Burrito Brothers) para dar a luz Manassas, un proyecto musical en el que, sin proponérselo, consiguió demostrar la variedad del rock'n roll y su amalgama de sonidos, ritmos e influencias. Su debut, lanzado como disco doble en la época, parte del rock para bucear en el blues, el country, el folk, la música latina y el hippismo. De hecho, cada una de las caras de los vinilos originales tiene su propio nombre ('The raven', 'The wilderness', 'Consider' y 'Rock & roll is here to stay'), como si se tratara de distintos discos.
La primera parte es la más rockera, con canciones marchosas como 'Song of love', 'Anyway' y 'Rock & roll crazies / Cuban bluegrass', que se adentra en los ritmos latinos. Además, el comienzo de este disco también depara al oyente dos grandes baladas: 'Both of us (bound to lose)' y la bluesera 'Jet set'.
Por su parte, 'The wilderness' se centra en el country y sus derivados. Así, 'Fallen eagle' y 'Don't look at my shadow' son canciones marchosas, casi bluesgrass, mientras que 'Jesus gave love away for free', 'So begins the task' y 'Hide it so deep' muestran el lado más delicado y melancólico de este estilo. Destaca 'Colorado', una composición cercana al rock sureño.
'Consider' reúne las seis canciones que más se asemejan a la producción en solitario de Stills, con guiños al folk, a los juegos vocales del hippismo acústico y mezclas de ritmos. Destacan la balada 'It doesn't matter', la fantástica 'Johnny's garden' y 'The love gangster', con una sonoridad casi funky.
La última parte es una especie de cajón de sastre en el que caben cuatro canciones de características bien distintas. Cabe resaltar 'The treasure' y 'Bluesman', que cierra este completo álbum.

Descubriendo el lado oculto de la música

Dark side of the moon 

Pink Floyd

Rock progresivo, 1973.


Nadie puede dudar de la innovación que supuso la irrupción de los grupos de rock progresivo y sinfónico, y sobre todo Pink Floyd, en el devenir de la música a partir de los años 70. Cientos de bandas y miles de canciones de otros estilos se han visto sensiblemente enriquecidos gracias a los hallazgos que hicieron estas formaciones.

El cuarteto londinense Pink Floyd es el grupo progresivo que consiguió los mejores resultados en sus viajes por las posibilidades de la música. Desde el 'The piper at the gates of dawn' hasta 'Meddle', los cuatro integrantes de la banda fueron combinando de un forma magistral los sonidos psicodélicos con su nueva forma de hacer música, dando como resultado mastodónticas canciones que dejaban espacio para la improvisación, la grandiosidad, las larguísimas progresiones, los experimentos sonoros, la variedad de ambientes y partes y, en definitiva, al genio creativo de un cuarteto comandado con mano firme por el bajista y cantante Roger Waters.

La cima de estos siete primeros años de existencia del grupo fue el disco 'Dark side of the moon', una obra maestra en la que Waters, el guitarrista David Gilmour, el batería Nick Mason y el teclista Richard Wright vuelcan todas las conclusiones positivas de sus primeras canciones para confeccionar un álbum conceptual que raya la perfección, si es que ésta puede existir en una expresión artística como es la música.

Presentado como una única canción en la que cada tema supone un capítulo, 'Dark side of the moon' incluye dos de las piezas más reconocidas de la carrera del cuarteto británico, 'Money' y 'Time', además de otras composiciones de indudable belleza y calidad como 'Breathe in the air' o 'Us and them'.

El disco tiene tiempo para mostrar todas las características de la banda: la gradiosidad de algunas canciones, la lírica de calidad poética y mensaje poco optimista, los experimentos con el teclado y los efectos sonoros, las composiciones delicadas, los sonidos rockeros, las explosiones guitarreras y, en definitiva, las cotas tan altas que puede alcanzar la creación musical cuando un grupo dispone de los mimbres adecuados. 

La revolución del Sur

The Allman Brothers Band

The Allman Brothers Band

Rock sureño, 1969.


El rock sureño supuso un soplo de aire fresco en un panorama musical que se enconrtaba sin una dirección clara por los experimentos, en algunos casos mal encaminados o sobrevalorados, de la psicodelia. Tomando influencias de prácticamente todos los estilos de la música popular del momento, desde el country o el folk hasta el blues, el funky y el soul, que se conviertieron en sus fronteras, este estilo fue evolucionando hasta configurar un movimiento amplio con un variedad de tendencias casi tan grande como el número de grupos.

'The Allman Brothers Band', comecializado en Europa durante muchos años como 'Beginings' junto al segundo disco de la banda, 'Idlewild south', es el disco que sirvió de avanzadilla para la configuración en los años posteriores del sonido sureño. De inspiración bluesera, este álbum ya muestra algunas de las características de las mejores obras de la banda: variedad de ritmos, partes y ambientes, gusto por la improvisación, frases guitarreras imposibles, influencias y sonidos de lo más variado y largos momentos instrumentales, sobre todo de sus guitarristas Duane Allman y Dickey Betts.

El disco se abre con 'Don't want you no more', un potente riff de influencia blues que pronto deviene en una parte instrumental de ritmo latino. Esta canción se une a 'It's not my cross to bear', una balada bluesera cargada de sentimiento y virtuosismo instrumental.

Otras canciones, algunas de ellas versiones de clásicos, como 'Black hearted woman', 'Trouble no more' o 'Every hungry woman', muestran el gusto por el blues pero van dando pistas de la forma de tocar y hacer canciones de este original e imaginativo grupo. 

El álbum concluye con dos de las mejores composiciones de esta primera época de la banda de los hermanos Allman, 'Dreams I'll never see' y 'Whipping post'.

Las raíces del rock'n roll

Exile on Main Street

The Rolling Stones

Rock, 1972.


Cansados de las fiestas y una vida social más que activa, que les habia hecho tener bastante mala prensa a ambos lados del Atlántico, The Rolling Stones decidieron tomarse un respiro de esta agitada agenda a principios de los setenta para sentarse a preparar un nuevo disco que, a la postre, sería una de las propuestas más completas, innovadoras y talentosas del quinteto de Jagger y Richards. 'Exile on Main Street', disco doble de dieciocho canciones, 'rara avis' en la época, fue gestado en una lujosa casa de campo de la Bretaña francesa donde los Stones y un selecto grupo de amigos invirtieron unos meses de descanso de su vida festiva para rematar un álbum en el que se dejan ver todas las influencias y capacidades de Sus Satánicas Majestades.

Blues, soul, rock'n roll visceral y riffs 'stonianos' se conjugan a la perfección para dar luz a este 'exilio en la calle Mayor' en el que los cinco Stones contaron con la ayuda de músicos de la talla de Bobby Keys, Billy Preston o Mac 'Dr. John' Rebenack.

A pesar de la grandeza de este álbum, su repertorio no incluye ninguna de las canciones más afamadas de los Stones, al margen de dos joyas menores que no faltan en casi ningún concierto, 'Tumbling dice' y 'Happy', aunque la valía del mismo se encuentra precisamente en cómo Jagger, Richards y compañía bucean en los sonidos más clásicos, en todos los estilos, en las raíces del rock'n roll, para llevarlos a su terreno, empaquetarlo todo magistralmente y ofrecérselo como regalo a sus seguidores.

El magnífico riff guitarrero de 'Rocks off' abre el disco para recordar al oyente que, al margen de lo que va a escuchar, se trata de un disco de los Stones, que no pueden olvidar su rock'n roll callejero, sucio y lujurioso ni en esta canción ni en 'All down the line', 'Soul survivor' o 'Stop breaking down', así como tampoco en 'Tumbling dice' o 'Happy'. De influencia más clásica son otras canciones rockeras, como el frenético 'Rip this joint' o el cavernoso 'Shake your hips'.

Sin embargo, lo más llamativo de este disco es la capacidad del quinteto para calzarse a la perfección trajes de otros estilos. Así, Jagger, richards y los suyos abordan canciones folk ('Turd in the run', 'Sweet black angel'), blues de diferentes sonoridades ('Casino boogie', 'Ventilator blues'), country ('Sweet Virginia') y, sobre todo, soul y gospel, con las magníficas baladas 'Loving cup', 'Torn and frayed', 'Shine a light' y 'Let it loose'.

La nueva ola

My aim is true

Elvis Costello

Pop-rock, 1977.


A finales de los setenta, el panorama musical y la juventud de la época necesitaban de nuevos héroes. La generación del 69 quedaba ya muy lejana y sus supervivientes habían perdido cierta frescura, mientras que los estilos surgidos desde entonces eran ya de sobra conocidos y no ofrecían sobresaltos. En esta coyuntura, fue el punk y, con menos decibelios, la nueva ola (new wave) los que se encargaron de dotar a los oyentes de nuevos sonidos para encarar el inicio de la nueva década, la de los ochenta, tan desastrosa en muchos aspectos.

Elvis Costello fue uno de esos rupturistas que decidieron tomar la amalgama de influencias de la década anterior para iniciar su propia y breve revolución y romper con la estética tanto musical como de vestimenta. En concreto, a Costello le duró tres discos esta efervescencia, dedicando el resto de su ya extensa carrera el pop y al rock más tradicionales, basados en un enciclopédico conocimiento de la música popular y con frecuentes devaneos bizarros en la ópera, la música clásica y el country.

Así, este tipo larguirucho y poco agraciado se presentó ante el público con unas enormes gafas de pasta y el pelo corto, desechando el habitual 'look' del rock'n roll desde finales de los sesenta, y reivindicaciones canciones sencillas, de tres minutos, con estrofas y estribillos difereciados, si bien con unas letras bastante alejadas a las tradicionales cursiladas del pop.

Historias sin principio ni final, descripción de sentimientos serpenteantes, preguntas retóricas y existenciales sobre las relaciones humanas y odas contra el alientante trabajo de oficina (como 'Welcome to a working week' o 'I'm not angry'), todo ello con animados ritmos que van desde el rhythm'n blues hasta el reggae y el pop, es lo que contiene este primer disco de Costello, bajo el inquietante y ambicioso título de "mi objetivo es verdadero" (y con mensajes casi desafiantes como el de "(The angels wanna waer my) Red shoes"), la piedra angular de su trilogía 'new wave', que va perdiendo fuerza e interés con cada una de sus siguientes entregas ('This year's model' y 'Armed forces').

'Alison', una sentida balada cuyo tema se aleja de típico "cuánto te quiero, nena", es el tema central del disco, la canción con mejor producción y con algunos de los mejores arreglos. Narra un encuentro incómodo entre dos viejos amigos-amantes, una situación de sentimientos contrapuestos y difíciles de definir.

Cabe destacar el análisis de la idiosincrasia de las relaciones humanas a ritmo de rhytm'n blues de 'Miracle man', la narración de los problemas de pareja de 'No dancing', el rock'n roll que pretende con romper la desidia y el aburrimiento de 'Mistery dance', el canto a una cierta rebeldía en 'Blame it on Cain' y las historias de lírica casi dylaniana de 'Waiting for the end of the world' y 'Less than zero'.

Folk-rock

Highway 61 revisited

Bob Dylan

Folk-rock, 1965


A mediados de los sesenta, Bob Dylan decidió dar un giro a su carrera y, sin perder de vista su conciencia social y su gusto por el folk, conectar con la sensibilidad juvenil de la época. Así, sus canciones ganaron en riqueza instrumental y arreglos al rodearse de una banda y sus letras dieron rienda suelta a sus inquietudes poéticas y la narración de historias. 'Highway 61 revisited' y, un año más tarde, 'Blonde on blonde' fueron los discos que marcaron el cambio y en los que se puede encontrar quizás al mejor Dylan de su larga carrera.

Este disco se abre con la canción que muchos, entre ellos quien firma estas líneas, consideran la mejor de la historia del rock'n roll, 'Like a rolling stone', la historia de una niña bien a la que el destino le enseña que la vida da muchas vueltas. Se trata del primero de una colección de nueve grandes temas en los que Dylan introduce los ritmos y las estructuras del rock'n roll, del blues y el rhythm'n blues y del pop en sus canciones puramente folk. Para este neuvo objetivo, el cantautor se rodea de dos de los más reconocidos músicos de la época, miembros de diferentes formaciones y descubridiores de grandes talentos, el guitarrista Mike Bloomfield y el teclista Al Kooper, que portagonizaron aquella primera actuación eléctrica y abucheada de Dylan en el festival de Newport.

Asi, el tema que da título al álbum es un boogie de carretera, más propio de Canned Heat que del bardo de Minnesotta, en el que Dylan saca a relucir todo tipo de infleuncias y referencias literarias y religiosas. Bluesera es también  'It takes a lot to laugh, it takes a train to cry', mientras que 'From a Buick 6' mezcla a partes iguales la incontinencia verbal del folk con la rítmica frenética del rock'n roll.

En plena época de eclosión del primer pop, con The Beatles, The Kinks y The Byrds en plena forma, Dylan también prueba con estos sonidos más edulcorados en canciones como 'Queen Jane approximately' y 'Just like Tom thumb's blues'. Por otra parte, el cantautor muesta también sus ideas más originales e inquietantes con la desasosegadora 'Ballad of a thin man'.

El disco tiene también sitio para dos momentos más cercanos al Dylan más clásico, más cercano al folk puro y sin injerencias de otros estilos. Por un lado, 'Tombstone blues' es una frenética pieza en la que el cantatutor da rienda suelta a toda su verborrea, mientras que 'Desolation row', que cierra el disco, muestra la cara más sensible y poética del de Minnesotta.

Encontrando el camino


Layla and other assorted love songs

Derek & the Dominos

Rock, 1970.


Derek & the Dominos fue el último intento de Eirc Clapton de encontrar un grupo estable que colmara todas sus expectativas antes de lanzarse a la carretera en solitariode forma definitiva. Si bien el guitarrista no pudo cumplir este objetivo, sí dejó para la posteridad una de las grabaciones más interesantes del rock setentero.

La formación de los Dominos fue casi una casualidad. Después de un fracaso discográfico con su primera propuesta en solitario, 'Eric Clapton', el guitarista no sabía muy bien hacia donde dirigir sus pasos, desestimando por el momento seguir como solista. La participación de Clapton y algunos músicos que habían colaborado en su primer disco en un concierto benéfico dio forma al grupo que, durante las sesiones de ensayo y composición y una pequeña gira por Inglaterra y Estados Unidos, fue variadno levemente su formación.

Finalmente, Eric Clapton, Carl Raddle, Bobby Whitlock, Jim Gordon y Duane Allman se metieron en el estudio para dar a luz un gran disco, que obsequió al rock'n roll con uno de sus mayores himnos guitarreros, 'Layla', descarga eléctrica sobre el desamor que concluye con una impresionante coda instrumental de guitarra y piano.

Después del blues clásico de los Bluesbreakers, los experimentos psicodélicos y blues-rockeros de Cream y el hippismo con coqueteos folk de Blind Faith, los Dominos mostraron a Clapton cuál vendría a ser el camino en su futura carrera en solitario: un rock ecléctico pero nacido del blues, diverso en ritmos e intensidades, con elegantes y trabajados arreglos y el virtuosismo del guitarrista al servicio de la canción.

'Layla' incluye tres versiones de clásicos del blues, 'Key to the highway', 'Nobody knows you when you're down and out' y 'Have you ever loved a woman?', así como una del 'Little wing' de Jimi Hendrix. Desmedidos soliloquios guitarreros, un sentimiento más que activo y pasión musical desatada son características comunes de estos cuatro cortes del disco.

Destaca también 'Bell bottom blues', una delicada balada en la que Clapton huye de los devaneos distorsionados para ofrecer un solo de guitarra de lo mejor de su repertorio. Por su parte, 'Keep on growing', 'Anyday' y 'Why does love got to be so sad?' aportan a este disco la fuerza y la potencia, que se ven culminadas con la inconmensurable 'Layla'. 'Tell the truth' aporta un toque rock'n roll y rhythm'n blues, mientras que 'I am yours' e 'It's too late' conforman las propuestas más originales e inesperadas de la banda. Para abrir el disco, un medio tiempo elegante llemado 'I looked away', mientras que la balada acústica 'Thorn tree in the garden' es la canción elegida para cerrar esta gran obra.

A modo de presentación

Este blog nace con la intención de ser una continuación de una labor que inicié hace años y que ahora tenía abandonada, la de recuperar algunos discos, unos más conocidos y otros menos, unos antiguos y otros recientes, para sacarlos, en algunos casos, del olvido o el anonimato y resaltar sus cualidades o su importancia en la historia de la música popular. Esta aventura comenzó en las páginas de 'Diario de Alcalá' y ahora se traslada a la web para dar mayor sonoridad (si el lector quiere) a estas reflexiones.